viernes, 12 de octubre de 2007

DESDE LA IZQUIERDA LIBERAL

En una buena entrevista del diario El Mundo al filósofo francés Bernard-Henri Lévy, éste se declara irremisiblemente unido a la familia de la izquierda, pero defiende una izquierda nada sectaria y muy liberal, una izquierda que abomina de todos los males del posmodernismo: el irracionalismo, el relativismo, el populismo, el nacionalismo, el indigenismo, el filoislamismo y otros 'ismos', e incluso nos previene: "Existe una tentación totalitaria de la izquierda, que tiene sus raíces en el antiliberalismo, el nacionalismo exacerbado, el antiamericanismo..."

También apunta a los líderes señeros de esa izquierda reaccionaria: "Me preocupa que haya españoles y franceses que crean que Chávez es un progresista, y que muchos occidentales hagan bandera de la antiglobalización".

Bernard-Henri Lévy proclama con lucidez lo que muchos pensamos: que así como se puede ser de derechas, pero no reaccionario ni meapilas, también se puede ser de izquierdas, pero no populista ni 'progre'. Y el cordón umbilical que une a esa derecha y esa izquierda es el liberalismo. Existen afortunadamente una derecha liberal y una izquierda liberal.

La izquierda liberal es la izquierda laica que defiende la separación total entre el Estado y la Iglesia Católica, pero que no pretende arrojar por la ventana a los curas civilizados para abrir la puerta a los islamistas bárbaros; la izquierda igualitaria que combate las desigualdades promocionadas por el nacionalismo de las élites locales, los oligarcas provincianos y los caciques reciclados; la izquierda del pensamiento crítico que se enfrenta tanto al dogmatismo de la derecha como al relativismo de la izquierda al uso; la izquierda progresista que extiende el liberalismo desde el campo de la economía al de la política, la cultura y la moral; la izquierda que defiende al ciudadano de la nación política contra las naciones étnicas o culturales; la izquierda que proclama como único sujeto de derechos al individuo, y no a la raza, la etnia, el proletariado o el Estado; en definitiva, la izquierda liberal es la izquierda del Manifiesto de Euston.

Pero que nadie piense que la izquierda liberal es una izquierda nueva; en realidad es la izquierda prístina, la que nace con la Ilustración y con las revoluciones democráticas de Inglaterra, Norteamérica y Francia -la constitucionalista de 1789, no la del Terror de 1792-.

Y es una izquierda que en España siempre ha sido minoritaria, pero que ha tenido ilustres e ilustrados próceres. La izquierda liberal es la izquierda del liberal constitucionalista de 1812 Álvaro Flores Estrada; la del tribuno republicano liberal de 1836 Joaquín María López; la del superviviente liberal de 1854 Práxedes Mateo Sagasta; la del republicanismo democrático, liberal y unitario de 1869 de Emilio Castelar; la del navegante del Partido Liberal por la Izquierda Liberal al Partido Republicano Radical Santiago Alba; la del jefe de gobierno liberal progresista José Canalejas; la del inventor del Partido Reformista, el proyecto nacional de una fuerza moderada pero regeneracionista, liberal pero social y democrática, Melquíades Álvarez; la del primer Manuel Azaña del Partido Reformista; la del humanista inventor del socialismo liberal Fernando de los Ríos; la de las feministas 'avant la lettre' Victoria Kent y Clara Campoamor.

Esa izquierda liberal existe en la España actual aunque todavía sea minoritaria: forma parte del ideario de los partidos 'Ciutadans' y 'Unión Progreso y Democracia'. E incluso existe una corriente interna en el primero que promociona sin ambages la fusión -necesaria- de ambos partidos: la 'Izquierda Liberal' de Antonio Robles.