ALBERT BAYROU O FRANÇOIS RIVERA
El éxito "político" indudable que ha acompañado al fracaso "electoral" -porque ha quedado tercero de doce y no ha pasado a la segunda ronda de las elecciones presidenciales francesas- del político emergente centrista François Bayrou es la noticia de la semana no sólo en Francia sino en el resto de Europa, y muy especialmente en España.
Esta figura cívica y regeneracionista de la política francesa ha disputado el triunfo a los dos candidatos de los dos poderosos partidos franceses, auténticas máquinas electorales oligárquicas y sectarias, el liberal-conservador con Nicolas Sarkozy al frente y el socialdemócrata-posmoderno con la "zapatera" Ségolène Royal en cabeza, y ha arrasado al resto de oponentes, una pléyade de personajes pintorescos, momias del siglo XX, como el fascista Le Pen y la lista interminable de sectas comunistas -la ortodoxa, la trotskista obrera, la trotskista panadera, la trotskista nosequé- y seudo-ecologistas.
Los analistas hablan y no paran de la tercera Francia, del tercer partido, de la tercera vía entre la derecha más conservadora que liberal y la izquierda más posmoderna y relativista que socialdemócrata. Y sobre todo del componente cívico, regeneracionista, reformador y moderadamente liberal-progresista del "tercer hombre". Esa es la esencia del movimiento Bayrou, y hay que saber separar la categoría de la anécdota. La categoría es el centro progresista basado en las personas, en la regeneración política y en las necesidades de los ciudadanos. La anécdota es el componente inicialmente democristiano de su partido y de él mismo, frente al laicismo del PSF y el sello más liberal que confesional de la UMP. O el componente más abierto de cara a las regiones francesas frente al centralismo y nacionalismo francés tanto de Sarkozy como de Royal.
Por eso, porque el paisaje político francés no es exactamente el español, hay que saber ver por dónde puede emerger la tercera España, la tercera vía, el tercer partido, tan absolutamente necesario o más en nuestro país que en Francia, con dos partidos oligárquicos y sectarios enfrentados y monopolizando la política española. Con una izquierda todavía más posmoderna y relativista que la francesa, liderada por un Zapatero que ha unido su futuro a una alianza estratégica suicida con los partidos separatistas periféricos, incluyendo una negociación con la facción terrorista de ellos. Y con una derecha más confesional que liberal, agarrada a la reivindicación retórica de la unidad española mientras promueve estatutos estrafalarios en Valencia, Andalucía o Galicia, se arrodilla ante el nacionalismo catalán, o se acuesta directamente con su enemigo en Baleares.
Por eso aquí el tercer partido emergente ha de tener la misma esencia que en Francia, el posicionamiento de centro progresista, el regeneracionismo frente a las oligarquías partidistas, la reforma política de la ley electoral y de la Constitución, el foco en el ciudadano para defender la libertad, la igualdad y la solidaridad. Y como aditivos propios de la situación española, la firme defensa de la igualdad de todos los españoles ante la ley, blindando al Estado frente a la rapiña y el bandidaje de los nacionalistas y regionalistas, la deriva confederalista del PSOE y el derrapaje neocedista del PP. Y por supuesto, la gran necesidad de las Cortes españolas: que cuando la derecha o la izquierda deban pactar con otra fuerza política para alcanzar el gobierno de España no se tengan que prostituir alquilando su programa a los separatistas, sino que exista un partido en medio, de carácter nacional, que permita gobernar al que haya sacado más votos de los dos, manteniendo la vertebración de la ciudadanía española y moderando su carácter extremista de uno u otro signo.
Afortunadamente, parece que no será necesario esperar a que el viento regeneracionista francés alcance nuestras tierras. Ese tercer partido tan necesario ya existe, nació en Cataluña y se está implantando en toda España. Se llama Ciudadanos - Partido de la Ciudadanía. Y tiene un presidente, que creo que se llama François Rivera. ¿O es Albert Bayrou?